viernes, 7 de noviembre de 2008

Tercera experiencia (casa de citas)

Disculpad por la tardanza en la actualización del blog... Cosas del curro, de las ganas, etc.

Como ya dije llegué a la conclusión de que mi eyaculación precoz estaba motivada por los nervios, de manera que empecé a buscar casas de citas. La verdad que la llegada de internet ha sido toda una revolución en el mundo de la información: basta con teclear la palabra clave y tienes todo tipo de cosas... Vale, sí, la mayoría es basura, pero te acostumbras a buscar. Entras en google y pones "madrid casas de citas" o "madrid prostituta" o "madrid relax" y al final llegas a donde querías.

Llamé a dos o tres sitios y escogí el más barato (dado que lo más probable es que me corriera nada más ver a la chica desnuda o acercándose a mí): 50 euros. Es una casa en el centro de Madrid. Cuando llegué allí el olor a perfume barato se respiraba desde el primer piso.

La situación era completamente nueva para mí. El tío que me abrió la puerta parecía bastante majo y educado. Me dijo que si iba preguntando por alguien en especial o si quería ver a las chicas. Al ser mi primera vez no tenía más remedio que verlas. Y ante mí se desarrolló un curioso pase de modelos de lencería: las chicas entraban, me decían su nombre, nos dábamos un par de besos (en las mejillas) y salían. Al verlas así no sabía por cual decidirme. Sin embargo, había leído varios comentarios de otros clientes de esa casa en un foro en los que se decía que merecían más la pena las chicas maduras; de manera que presté especial atención a las de más edad. Cuando me decidí y se lo dije al chaval, éste me preguntó si quería beber algo, un cubata, una cerveza... "No, prefiero una coca-cola". Pasé a la habitación y al rato apareció la chica con la bebida.

Ya no me acuerdo de su nombre, pues hará año y medio; y ya tampoco trabaja allí. Según me contó estaba casada, pero la cosa estaba tan chunga que tenía que sacar dinero extra.

Me dijo que me sentara en el bidé, que me iba a lavar. Y lo hizo con bastante dulzura, acariciándome. Yo iba notando ya un cierto nerviosismo, un temblor de piernas y de los músculos abdominales. Cuando terminó de lavarme empezó a lavarse ella; yo mientras tanto me senté en la cama bebiendo mi coca-cola.

Después llegó a la cama y se tumbó a mi lado; nos acariciamos, pero no nos besamos. Tenía yo cierta reticencia a besar en la boca a una prostituta; las razones creo que pueden parecer obvias, sin embargo con el paso del tiempo y las experiencias esas razones estallan en pedazos y sucumbes a los encantos y los placeres, de manera que ahora suscribo la frase de algunos foreros: "un polvo sin besos es como un jardín sin flores". Sin embargo no pensaba así por entonces.

Al cabo de un ratito la chica dijo que si quería que me la chupase. "Vale", dije sin mucha convicción y recordando la imagen de mi primera experiencia. Ella empezó, pero tuve que pararla porque me excitaba demasiado. Me puso el condón. Mi excitación iba en aumento y cuando la cogió para introducírsela... Volvió a ocurrir: me corrí.

Como mostré signos de abatimiento, la chica se tumbó a mi lado para tranquilizarme, para decirme que no pasaba nada, que era normal. "Claro, pero he pagado 50 euros", pensé yo (maldita economía de mierda). Así que estuvimos charlando hasta que se cumplió la media hora.

La experiencia en términos económicos y de satisfacción fue negativa, no obstante en términos de conocimiento y crecimiento personal, quizá fuera positiva: el sitio me gustó, estaba limpio y la gente era agradable. Sin embargo debería posponer mi regreso hasta que no estuviera más familiarizado con las mujeres, pues no era cosa de perder 50 euros cada vez.

Pensando sobre el asunto llegué a una conclusión. Debía iniciar un proceso terapeútico de exposición al sexo, al sexo opuesto, y a ser posible del modo más económico. De está forma tuve que volver a buscarlo a la calle: empezaría sólo con felaciones y cuando ya no me corriera a los dos segundos (bueno, algunos más), empezaría con los polvos.

No hay comentarios: